Pensamientos cortos
El viento se arremolina en sus hoyuelos. Los juncos asoman sus flores en un tapiz verdoso. Un padre sostiene a su hijo en brazos. Una hermosa mujer de ojos azabache camina. El perro olisquea las raíces del manzano. Un sueño muere en la orilla. La libélula índigo alza el vuelo. Un anciano refunfuña en la cola del supermercado. La luna menguante alumbra el trigal. Una niña nace entre sollozos. El mar respira a la medianoche. Los frenos de un coche fallan. El olor a col hervida. Una gaviota hace gazpacho en lo alto de un matorral. El joven muere de hambre. Los ojos se enrojecen. Un soplido se cuela por una ventana entreabierta. Un orgasmo alentador. Un indígena se funde con la naturaleza. Un salto al vacío desde el torreón. Los granos de arena pegados a la piel. La mirada de quien vuelve a su hogar. La madera bajo un tacto áspero.
Estadística
Mi profesor de economía nos comentó que los alumnos que suben fotos no protocolarias al perfil del campus, estadísticamente, sacan peores notas. Ayer miré mi selfie con disimulo: corte de pelo degradado, morritos sensuales y unos AirPods con Claudio Montana de fondo. Lo cierto es que soy uno de los últimos de mi promoción, pero me niego a creer que sea por esa foto. Es la ingenuidad del pez que nada contracorriente, supongo.
Lavavajillas
A las siete de la mañana todo pesa más, pero en especial la pila de platos, vasos y sartenes sucias. “Yo ya fregué lo mío” es el mensaje ahogado que se repite. En realidad todos esos platos son las oportunidades que dejamos escapar a lo largo de la jornada. Un día decides hacer borrón y cuenta nueva, pero vuelven a acumularse. Aunque responsabilices a los demás, los sueños se esfuman y la pila se sonroja en un mar de dejadez.
Le Lit (Toulouse-Lautrec, 1892)