No me enseñaron a amar. Aprendí a memorizar canciones con la flauta dulce, a analizar los conflictos bélicos más relevantes y hasta a contemplar los paisajes de Monet, pero nadie me enseñó a amar sin ataduras.
Al recorrer el barrio paso junto a un parque. En el columpio, un niño permanece abajo, inmóvil, mientras el otro grita desde lo alto. Y pienso: ¿es el amor una balanza? Cuanto más das, más alto parece estar el otro, cómodo en la cima mientras tú sostienes todo. A veces, esta disparidad nace del miedo a ser vulnerable: cuanto más muestras, más sientes que te acercas al borde de un precipicio. Pero esconderse no trae alivio, sino soledad.
El afecto tiene sus complicaciones. Cuando vemos a una pareja por la calle, solemos evaluarlos al instante: quién es más apuesto, en qué se habrán fijado. Como si pudiéramos entender el vínculo con un simple vistazo. Qué bonito sería dejar atrás esos prejuicios, soltar las expectativas de lo que creemos que merecemos, y abrirnos a relaciones más sinceras, menos moldeadas por el ego. ¿Cómo saber cuándo hemos alcanzado ese punto? Céline lo expresa muy bien en la película Antes del amanecer: «Creo que me enamoraré de verdad cuando lo sepa todo sobre mi pareja: cómo va a peinarse, qué camisa se pondrá ese día, conociendo qué historia va a contar en una situación concreta. Entonces sabré que estoy enamorada de verdad».
Nos insisten en que para amar hay que amarse a uno mismo. Tal vez sea cierto: si no te quieres, buscas la aprobación ajena para llenar las oquedades, volviéndote dependiente. Pero no todo pasa por la autoestima. A veces, lo que realmente necesitamos es aceptar nuestra imperfección. La vulnerabilidad, esa fragilidad que solemos ocultar, es una parte esencial del amor. Cuando nos mostramos tal como somos, con nuestras cicatrices, miedos e inseguridades, estamos dejando que entren en nuestro mundo sin barreras. Y, en ese acto, quizás nos encontramos más completos que nunca, porque es la honestidad lo que une.
De vuelta al parque, imagino al niño que sostiene el peso del columpio durante años, viendo cómo su compañero se balancea arriba. Nadie aguanta para siempre. Como recita Mario Benedetti, «no hay equilibrio en el amor: uno ama y el otro se deja amar». Quizás esa falta de simetría sea lo que lo hace tan humano. Lo esencial es un intercambio mutuo, no una carga. Dar y recibir. Implicarse. Reinventarse. Si no cuidas lo que tienes, alguien más lo hará por ti.
A veces pienso en cómo corremos por la vida quemando etapas, buscando cumplir con un reloj invisible. Nos precipitamos, creyendo que el tiempo apremia, cuando lo único que necesitamos es vivirlo a nuestro ritmo. Sean Connery lo resume en Los intocables de Eliot Ness: «No desee que suceda, pero tampoco espere que suceda. Simplemente, observe lo que sucede».
Y aún así, caemos en los viejos patrones. Nos enganchamos al rechazo, idealizamos amores imposibles y descuidamos las conexiones reales. La falta de comunicación, los valores torcidos, el deseo de lo prohibido… todo esto mina nuestras relaciones. Quizá amar bien no sea una cuestión de fórmulas, sino de sinceridad. Con el otro. Con uno mismo. Y, sobre todo, con la claridad de elegir lo que alimenta el corazón y la mente.
Al final, lo que parece unirnos no es la perfección ni la necesidad constante de ser amados. Es ese punto de fragilidad donde pueden vernos tal y como somos, sin adornos ni pretensiones; es el momento en que nos permitimos ser humanos, con todo lo que eso implica. Ahí encontramos algo más profundo que la búsqueda de aceptación: la verdadera compañía, libre de expectativas.
Pero bueno, estas son solo las teorías de alguien que está aprendiendo a base de ensayo y error. No os las toméis al pie de la letra.
Me ha venido al dedillo. No hace más que doce horas mostraba mi vulnerabilidad, mis miedos ante quien sin él saberlo me ha traido color a mi vida. Cuando lo solté todo me arrepentí al instante porque, ¿Quién puede querer a alguien con tantos miedos? FAIL FAIL FAIL pensé. La respuesta fue una llamada, para saber, para apaciguar y para mitigar algo mis miedos... Ahora mismo doce horas después estamos en STAND BY... Y ale un poco de intrspección gratis! Muchas gracias por el artículo!❤️
Esto fue como un alivio a mi alma